domingo, 11 de mayo de 2008

Sesion VII

Abril 18 /2008
Nombre: Robin Hernando Bustamante Munera
Carné: 1020422820
Tutor: Darío Echeverri S.


principales dianas terapéuticas en enfermedades que van desde las neoplásicas a los procesos neurodegenerotivos. A la vista de los tendencias actuales en investigación se puede afirmar que el fracaso en inducir una apoptosis selectiva en las células y tumores cancerosas (proapoptosis), y en sentido contrario, lo imposibilidad de evitar lo apoptosis espontánea en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer (antiapoptosis), representan una raíz y árbol común pora dos ramas, o áreas de la medicina, creciendo en sentidos opuestos. El enfoque aquí presentado es un intento de estimular una visión integrada de ambas ramas y áreas de investigación, oncología y neurología, en orden a mejorar la comprensión de sus naturalezas íntimas, tratando así de incrementar el entendimiento de las anormalidades básicas y clínicas de los procesos bajo estudio. A esto se puede acceder a través de un escalonamiento diferenciador de las posibilidades terapéuticas que se están abriendo en la actualidad así como merced o una consideración preliminar de los peligros potenciales que pueden surgir en el empeño.


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apoptosis y antiapoptosis como terapia

La apoptosis, muerte o suicidio celular programado, es un mecanismo esencial en la homeostasis celular, y así en la regulación fisiológica del organismo. La desregulación de la apoptosis por mecanismos, genética o medioambientalmente inducidos, conduce, por el contrario, a una variedad de patologías, ya sea como proapoptosis, o pérdida celular excesiva (enfermedades autoinmunes y neurodegenerativas), o por antiapoptosis, o acumulación celular exagerada (cáncer). La intricada y variada maquinaria celular de este proceso crea ciertos hechos característicos de la apoptosis, tales como encogimiento celular, condensación citoplasmática, formación de ampollas con hinchazón en la membrana, condensación de cromatina y fragmentación del DNA cromosómico, aunque el acontecimiento central a nivel molecular es la activación de ciertas proteasas cisteína/aspartato o caspasas.

La muerte celular en ciertas enfermedades degenerativas del sistema nervioso central (SNC) está relacionada, desde el punto de vista de la etiopatogenia, con la instauración de un proceso irreversible y espontáneo de apoptosis celular progresiva. Por una parte, es generalmente aceptado que una apoptosis inapropiada contribuye a la pérdida neuronal en la mayoría de las enfermedades neurodegenerativas humanas (ENDs). En consecuencia, una opción terapéutica en procesos como la enfermedad de Alzheimer y otros procesos neurodegenerativos de etiología y fisiopatología confusas consistiría en interrumpir la cadena de señales celulares y/o la actividad de genes o productos génicos que conectan un daño neuronal, probablemente multifactorial, con los diferentes mecanismos proapoptóticos. Por estas razones, ciertas caspasas y su inhibición son consideradas cada vez con mayor rigor como dianas terapéuticas de gran valor potencial en estos procesos degenerativos del sistema nervioso.

Una situación diametralmente opuesta a ésta tiene lugar en el tratamiento de las enfermedades neoplásicas. Aquí, es precisamente el fracaso en la inducción de apoptosis celular, como muerte celular selectiva, lo que constituye una de las causas principales, si no la fundamental, de la resistencia a la quimioterapia de los tumores malignos y leucemias. De ahí que muchos esfuerzos en estas líneas estén dirigidos a hallar estímulos para la inducción de una apoptosis celular selectiva como estrategia de búsqueda de dianas intracelulares, así como designar estrategias que permitan superar la resistencia a los inhibidores conocidos de proteino quinasas (PKs) utilizados en la actualidad (

Tabla I).




Buscando un sendero común para estos dos caminos opuestos, aunque entrelazados por sus efectos contrarios sobre una muerte celular inapropiada y espontánea, o la resistencia a ella, se hace comprensible considerar que ciertos factores de crecimiento sobreexpresados en algunas enfermedades neoplásicas podrían ser de utilidad en impedir o dificultar la apoptosis celular en la enfermedad de Alzheimer (EA), así como en otras enfermedades degenerativas del sistema nervioso central: (enfermedad de Huntington (EH), esclerosis lateral amiotrófica (ELA), esclerosis múltiple (EM), enfermedad de Parkinson (EP) y retinitis pigmentaria (RP). Al mismo tiempo, estas nuevas vías y aproximaciones conceptuales pueden hacer avanzar nuestro entendimiento y conocimiento de cómo inhibir más efectiva y selectivamente la acción de oncogenes y factores de crecimiento en un intento de matar selectivamente por inanición metabólica a nivel molecular, a las células y tumores malignos.


I) Un lado de la moneda: inhibición de apoptosis como tratamiento de la enfermedad de Alzheimer y otros procesos neurodegenerativos
La apoptosis celular progresiva es causa fundamental de pérdida neuronal en la mayoría de las enfermedades neurodegenerativas humanas. Dicho tipo de muerte celular, diferente de la necrosis, puede inducirse bien por 1) la estimulación activa de mecanismos que induzcan este tipo de muerte celular (caspasas), o bien, 2) por medio de la depleción espontánea o retirada activa de ciertos factores de crecimiento tróficos en diversos sistemas celulares (thropic factor withdrawal) (
Tabla I). En consecuencia, pero en la dirección opuesta, las dos aproximaciones antiapoptóticas y terapéuticas a estos procesos neurodegenerativos pueden ser, respectivamente, A) Inhibiendo los mecanismos que inducen pérdida neuronal por estimulación anormal de las dianas de señalización intracelular de ciertas caspasas, y B) Tratando de impedir una apoptosis patológicamente aumentada por medio de una falta de estimulación trófica con la utilización de factores de crecimiento. Ambas posibilidades están siendo consideradas ampliamente en la actualidad por diversos grupos y en una multiplicidad de ensayos clínicos y preclínicos.


En cuanto a la primera vía terapéutica, (vía A), las caspasas son proteasas intracelulares que participan en los caminos apoptóticos de las células humanas, incluidas las neuronas. La inhibición de dichas caspasas (caspasas 3, 4 y 9, principalmente) se ha mostrado útil en evitar la muerte celular neuronal programada en modelos in vitro e in vivo de enfermedad neurológica. Dichas caspasas parecen estar involucradas en pasos tempranos de disfunción neuronal y agregación de proteínas en enfermedades como el Alzheimer y la enfermedad de Huntington, estando también involucradas en la patogenia de la enfermedad de ParLinson y en la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).


En cuanto a la enfermedad de Alzheimer, se sabe que la acumulación de B-amiloide es causa de muerte celular por apoptosis inducida por activación de las caspasas. Por ello, ciertos inhibidores formacológicos de caspasas, como BAF, z-VAD-FMK, etc, son capaces de inhibir la muerte neuronal. Lamentablemente, estudios in vivo en esta enfermedad son prácticamente imposibles de ser llevados a cabo, por razones obvias, y en los limitados modelos existentes la inhibición de caspasas sólo es capaz de logar una inhibición débil y transitoria de la apoptosis y otros fenómenos neurodegenerativos, y aún así, no en todos los modelos estudiados.


De todos modos, la inhibición selectiva de caspasas podría reducir la apoptosis neuronal en enfermedades neurodegenerativas. Una sobreexpresión, o niveles aumentados de moléculas proapoptóticas como Bax y p53, junto con una inhibición de la anti-apoptótica proteína Bc1-2, aparte de otros factores, han sido implicados en la apoptosis de la enfermedad de Alzheimer, en Parkinson y en esclerosis lateral amiotrófica (Tabla I). La quinasa terminal jun-N ha sido asimismo involucrada en estos procesos neurodegenerativos. Paralelamente, células neuronales que sobreexpresan la proteína anti-apoptótica Bc1-2 están protegidas contra la apoptosis inducida por taxol o ácido okadaico, un efecto mediado por sus efectos sobre el citoesqueleto neuronal. Como se verá más adelante, estas anomalías son diametralmente opuestas a las que tienen lugar en la patológica resistencia a la apoptosis típica de las enfermedades neoplásicas, ya sean tumores malignos o leucemias (Tabla I).


En la misma línea de terapéutica antiapoptótica, la inhibición, genética o farmacológicamente inducida del gen supresor p53, por otra parte factor clave en favorecer tanto la transformación neoplásica como el crecimiento tumoral, y a su vez determinante en la resistencia a la terapéutica antineoplásica, se muestra como neuroprotectora. Estos hechos hacen lógico el pensamiento de Waldeimer cuando afirma que, debido a que una funcionalidad normal de p53 presenta actividad anticancerosa y supresora de la oncogénesis, su inhibición en enfermedades como PD o AD podría ser problemática por la posibilidad de inducción carcinogenética y posterior estimulación del crecimiento tumoral. En este sentido, es muy importante señalar que el mecanismo molecular recientemente implicado en la pérdida de la función protectora del p53 y subsiguiente carcinogénesis está relacionado con un aumento el pH intracelular, mientras que, por el contrario, un microombiente acídico intracelular parece una condición sine qua non para facilitar la apoptosis inducida por el p53. Este último hallazgo indica un hecho fundamental: que el equilibrio ácido-básico de la célula, tumoral o degenerativa, es el mecanismo molecular esencial que determina la actividad, normal o alterada, del gen supresor p53, como ya ha sido sugerido con antelación por Di Giammarino y cols, entre otros.


De forma paralela, en la actualidad se están estudiando una serie de inhibidores de la JNK, un miembro de la familia de quinasas MAPK, debido a la evidencia existente de un potencial terapéutico para inkibidores de MAPK, como el CEP-11347, en antagonizar la formación de B-amiloide (AB), fenómeno a su vez inducido por la activación de JNK. Esta activación y/o sobrexpresión secundaria a la activación de la JNK3, que también puede ser inducida por Ab, parece tener un papel clave en disparar la cascada apoptótica en enfermedades neurodegenerativas. Por todo ello, se considera que inhibidores selectivos de JNK3 podrían presentar un efecto terapéutico en el tratamiento de Alzhelmer y/o la esclerosis múltiple, etc., pero que, desafortunadamente, también podrían estimular la hiperproliferación celular y la transformación neoplásica.


La segunda vía terapéutica antes considerada (vía B), o apoptosis por deprivación de factores tróficos y/o de crecimiento, como el factor de crecimiento neuronal o NGF, u otros, representa asimismo un mecanismo alternativo para la activación, por un defecto que se torna como estimulador de la apoptosis, de la vía de las caspasas, lo que a su vez precede la muerte celular neuronal (Tabla I). Se ha sugerido que una inadecuada producción de moléculas tróficas por los mismos tejidos nerviosos, o defectos de ciertos factores de crecimiento en el microambiente celular inducidos por causa sistémica, pueden constituir un factor significativo en la muerte celular. Así se puede entender que una terapéutica antiapoptótica para varias de estas enfermedades degenerativas del sistema nervioso esté cada vez con más frecuencia basada en la aplicación de compuestos que estimulen el trofismo celular, ya sean propargilaminas, activadores del receptor alpha-2-adrenérgico, etc.

Hay que tener presente un hecho adicional de potencial importancia terapéutica, como el que entre las dianas celulares clásicas del PDGF se hallen las neuronas, las células gliales y las células epiteliales pigmentarias de la retina, por contener receptores a PDGF. Estas propiedades, aunque abren nuevas posibilidades de tratamiento en ciertas ENDs, al mismo tiempo advierten del peligro que existe de que dichas apuestas terapéuticas presenten ciertas contraindicaciones si se tiene en cuenta que los glioblastomas, como otros diversos tumores, presentan expresión de PDGFR-a y que la estimulación autocrina por PDGF contribuye tanto a la trasformación inicial como a la progresión tumoral de esta patología cerebral neoplásica. La depleción o inhabilitación de factores de crecimiento como el IL-2, IL-3, etc, parece ser asimismo suficiente para inducir una apoptosis celular, considerada hasta ahora como "espontánea", debido exclusivamente al desconocimiento existente sobre su etiopatogenia, sobre todo en enfermedades neurodegenerativas tipo Alzheimer.


Esto es asimismo fundamental desde el punto de vista terapéutico, ya que hoy en día existe la tecnología necesaria para la utilización clínica de factores de crecimiento autólogos en diversos procesos y especialidades médicas, ampliamente utilizados como inductores y estimuladores de la reparación acelerada de diversos tejidos. En este sentido, es importante considerar al respecto que las principales vías pro y antiapoptóticas de señalización intracelular sean mayormente conocidas, existiendo incluso mapas explicativos de dichos caminos y senderos intracelulares así como sus posibles dianas terapéuticas.


En cuanto a los mecanismos mediadores de la mayoría, si no de todos los factores de crecimiento en estos procesos, se encuentra una alteración en el intercambio celular de Na+ y H+ como mecanismo clave de intermediación, sugiriendo que, en su versión proapotótica aplicada a las ENDs, la señal para la acidificación intracelular es la misma que para la apoptosis. La activación de caspasa-8, por ejemplo, es precedida por una acidificación intracelular en células inducidas a la apoptosis por somatostatina, mientras que el inhibidor universal de las caspasas, z-VAD-fmk, previene la disminución del pHi, y así la apoptosis. Por el contrario, la acidificación intracelular per se activa las caspasas sensibles a la z-VAD-fmk y es precursora de la apoptosis. En la misma línea patogenética, la sobreregulación o dimerización de proteínas BAX, así como la activación de caspasas son disparadas por un pHi acídico. Para una revisión más amplia de las vías y mapas de señalización intracelular en la apoptosis mediada por las caspasas. Para un estudio más en profundidad sobre los aspectos moleculares de la inhibición de caspasas y antiapoptosis como estrategia terapéutica en enfermedades neurodegenerativas.

Finalmente, algunos inhibidores de ciertas caspasas involucradas en la maquinaria de activación de la apoptosis celular, como el IDN-5370, ejercen un efecto protector de la apoptosis en neuronas sinápticas y corticales. De manera paralela, el inhibidor universal de las caspasas, z-VAD-fmk, o la sobreexpresión de BCL-2 evitan la apoptosis. No sólo el segundo, sino ambos mecanismos, aparecen como directamente relacionados con la acidificación intracelular que precede a la apoptosis en diferentes tipos de células, un proceso que a su vez se pone en marcha por Fas o receptores de somatostatina.


Asimismo, diferentes factores tróficos presentan una actividad antiapóptica, lo que está generalmente mediado por la estimulación del antiportador Na+/H+, con la consiguiente prevención de una caída en el pH intracelular. Entre estos factores se hallan, la familia antiapoptotica BCL-2 y la actividad de un p53 no mutado y funcionalmente sano. Existe una aparente contradicción y paradoja, sin embargo, en el hecho de que se haya publicado, aunque en un contexto diferente, que al menos tres quinasas serina/treonina: la proteino-quinasa C, la calmodulina- quinasa 11 y la MAPK, pueden estimular el antiportador Na+/H+ y por consiguiente, inducir alcalinización intracelular, lo que aconsejoría estimular estas PKs en las ENDs, al contrario de lo publicado por otros. (Tabla I, columna 2, etiquetado como "variable").


El efecto protector contra la apoptosis de un pHi elevado es también ampliamente reconocido tanto en la inducción de resistencia a la quimioterapia como en la mediada por receptores y factores de crecimiento. Evidencia adicional que apoya la estrecha relación causa-efecto entre alteraciones del pH celular y la activación o inhibición de la apoptosis celular es aportada por el hecho de que una elevación del pHi mediada por el imidazol o la cloroquina previene la apoptosis mediada por Fas, mientras que la inducción de una alcalinización intracelular juega un papel fundamental en la supresión de la apoptosis por PMA, Il-3, factor de estimulación plaquetario, etc. Independientemente de la quinasa efectora, la alcalinización resultante es el factor crítico para la supervivencia celular (Tabla I).


II) El otro lado de la moneda: inducción de apoptosis en el tratamiento del cáncer
Si en el tratamiento de las enfermedades neurodegenerativas, incluidas bajo unas muy apropiadas iniciales de NENDsH, las dos principales líneas de investigación eran, A) la inhibición de los mecanismos que estimulan las dianas de señalización intracelular de estimulación de ciertas caspasas, y en segundo término, B) la inhibición de la apoptosis por estimulación trófica mediada por la utilización de factores de crecimiento, en el tratamiento del cáncer, por el contrario, lo que se trata de hacer es, exactamente lo diametralmente opuesto. Es decir, 1) estimular mecanismos que disparen selectivamente la apoptosis celular, estén o no relacionados con la activación de caspasas, y en segundo lugar, 2) inhibir a estimulación trófica mediante la inhibición o retirada de factores de crecimiento, etc (
Tabla I).


Así como la deprivación de factores tróficos u otros mecanismos paralelos de inhibición o desestimulación del metabolismo y viabilidad celulares, favorecen la instauración de una suicida cascada apoptótica en ENDs, la dificultad para inducir una apoptosis selectiva en células y tumores malignos se tiene como una de la principales causas, si no la principal, del fracaso terapéutico en el tratamiento de muchas enfermedades neoplásicas en la actualidad. Por ello, una de las principales vías a las que apuntan terapéuticamente las más modernas vías de investigación terapéutica en oncología traslacional es la actuación inhibidora sobre proteinoquinasas activada por mitógenos (MAPK) por medio de inhibidores de dichas PKs (MEK), como imantib o gefitinib, y posteriormente sobre otras dianas y mecanismos asociados que lleven a superar la resistencia a los inhibidores de las proteinoquinasas.


Por ello, se torna de fundamental importancia el llegar a conacer las vías y fenómenos universales mediadores en la apoptosis celular, ya sea en orden a inducirla (cáncer) o inhibirla (ENDs). Este enfoque puede posteriormente ayudar a reconocer las dianas y mecanismos de posible explotación terapéutica en unas y otras situcciones. Así, es un hecho reconocido que diversos productos capaces de inducir apoptosis en células cancerosas de diversas estirpes, tales como 11-2, LAK, lovastatina, estaurosporina y BCG ejercen su efecto terapéutico y apoptótico a través de la inhibición del mecanismo de membrana representado por el antiportador Na+/H+ y, consecuentemente a ello, por una acidificación intracelular. El alcanzar una cierta disminución del pHi parece ser un factor esencial en permitir la iniciación de una reacción en cadena que acaba en la apoptosis. Por el contrario, cualquiera de estos compuestos tendría muchas probabilidades de presentar un efecto dañino y agravador en las enfermedades neurodegenerativas, o ENDs, que de por sí tienden a una pérdida celular progresiva por apoptosis espontánea.


Por tanto, es comprensible que inhibidores específicos del antiportador Na+/H+ de la serie amiloride, u otros compuestos en la misma línea terapéutica (endostatina, angiostatina, esqualamina, 2-metoxiestradiol, anti-VEGF Ab, talidomida, etc.) hayan sido crecientemente considerados durante los últimos años como agentes anticancerosos, mientras algunos de ellos se han mostrado asimismo efectivos a la hora de aumentar la actividad y especificidad (sinergia) de diversos medicamentos antineoplásicos. Se ha demostrado que la acidificación intracelular por debajo de un límite fisiológico está correlacionada con la apoptosis después de tratamiento con etopósido, camptotecina, cicloheximida, lovastatina, paclitaxel, etc. Finalmente, una serie de compuestos proapoptóticos, con las caracteristicas de ser todos ellos acidificadotes celulares, están siendo estudiados en una multiplicidad de intentos de superación de la MDR (resistencia múltiple a fármacos antineoplásicos), compuestos tales como verapamil, ciclosporina A, tamoxifen, amiodarona, bafilomicina A, nigericina, etc. Finalmente, estudios de actividad-tiempo han demostrado que la acidificación intracelular que tiene lugar en la apoptosis es posterior de la actividad de la roteasalCE/CED-3, porque la inhibición de la proteasa con zVAD.fluoromethylketona (FMK) completamente previene la disminución de pHi, la digestión del DNA y otros acontecimientos asociados a la apoptosis.


Por el contrario, la sobreestimulación del antiportador Na+/H+ representa el principal, pero no el único, mecanismo esencial tanto en el mantenimiento como en la elevación del pH intracelular, lo que ese correlaciona con los conocidos efectos carcinogénicos directos de la elevación del pHi. Por medio de la elevación del pHi, este antiportador juega un papel de pivote y esencial en la información de una multiplicidad de señales intracelulares, en la cascada mitogénica y en la actividad de diversas hormonas, factores tróficos y de crecimiento. Asimismo, su actividad excesiva y sobreexpresión alcalinizante es crucial en la activación funcional de diferentes oncogenes, como ras y v-mos, en la supresión de la actividad antineoplásica del oncogen supresor p53, y en actuar como mediador de la transformación y proliferación celular y en la síntesis de DNA. Se concluye que la inhibición de la apoptosis en células cancerosas de diversas estirpes puede ser completamente suprimida o bien induciendo una alcalinización celular o previniendo una acidificación citosólica.


III) Aplicación local de factores de crecimiento y cáncer
La aplicación de diversos factores de crecimiento, por inoculación local, infusión o autotransfusión autólogos, es hoy en día algo perfectamente factible en la práctica médica. Por tanto, este nuevo campo de investigación puede ofrecer importantes perspectivas y potenciales en el tratamiento de enfermedades en las que existe una depleción o deprivación de factores tróficos y de crecimiento, como el Alzheimer, esclerosis múltiple, etc.
Factores de crecimiento celular y metabolitos activadores del trofismo, crecimiento y proliferación celular como PDGF (factor de crecimiento derivado de las plaquetas), TGF-b (factor de crecimiento transformante b1), bFGF (factor de crecimiento fibroblástico), VEGF (factor de crecimiento vasoendotelial), PDEGF (factor de crecimiento endotelial derivado de las plaquetas), IGF-1 (factor de crecimiento tipo-insulina-1) etc, así como citoquinas como PF4 y CD40L, están siendo utilizados con creciente asiduidad en diversas especialidades tanto médicas como quirúrgicas, sobre todo en el área de reparación acelerada de tejidos. Por medio de sencillos procedimientos ya descritos, se consigue un concentrado de plasma autólogo rico en factores de crecimiento, o PDGFs. Este preparado contiene una significativa concentración de factores de crecimiento mitogénicos tales como PDGF, TGF-beta, VEGF, bFGF, PDEGF, IGF-1, etc. Al mismo tiempo, algunos de estos factores son conocidos por presentar un potente efecto estimulador, no sólo de la proliferación celular sino también de la angiogénesis, mecanismo éste último por el cual influyen terapéuticamente en la formación y reparación de tejidos dañados, o incluso ausentes.
Sin embargo, ha surgido recientemente la preocupación de si la aplicación local de un concentrado de estos factores de crecimiento podría contribuir, como efecto secundario indeseado, a la transformación celular, y así a un aumento de la incidencia de tumores malignos y a un crecimiento tumoral y diseminación acelerados, al menos en las áreas circundantes a las tratadas. En este sentido, es bien sabido que algunos de estos factores de crecimiento se comportan como oncogenes en diversos sistemas celulares y están asociados a la transformación celular maligna, al menos in vitro.
Asimismo, tanto el crecimiento local como la diseminación metastática son procesos altamente dependientes de la angiogénesis tumoral, o neoangiogénesis. Por otra parte, el hecho de que las plaquetas sean el origen de VEGF y bFGF, dos factores altamente angiogénicos, ha llevado a postular que las plaquetas, por su capacidad de liberar factores relacionados con la neoangiogénesis, podrían estar involucradas en la diseminación de diversas enfermedades neoplásicas en seres humanos, contribuyendo activamente a la formación de metástasis. Como mecanismo intermediario, es importante notar asimismo que el PDGF y el IGF-1 estimulan la proliferación celular y la fibrinogénesis por medio del estímulo inducido por el PDGF sobre el antiportador Na+/H+ y el consiguiente aumento del pHi, estímulo que a su vez es anulado por estimuladores del antiportador Na+/H+. Si se tiene en cuenta que esta desviación patológica del equllibrio acidobásico en el sentido de una alcalinización celular es clave, específica y fundamental tanto en la transformación maligna como en la proliferación celular, habrá que tener en cuenta que cualquier mecanismo que tienda a producir una elevación patológica del pHi tiene muchas posibilidades de inducir la aparición y/o diseminación de un proceso maligno.
Niveles plasmáticos elevados de VEGF son considerados un marcador de la actividad del proceso canceroso, tal como sucede en sarcomas de tejidos blandos en seres humanos, reflejando tanto el grado del tumor como la respuesta al tratamiento. De forma similar, las tasas de bFGF en la orina de pacientes recientemente diagnosticados de leucemia están mucho más elevadas que en la normalidad —hasta siete veces— e incluso más elevadas que en cualquier otro proceso neoplásico. Surgen entonces dudas adicionales de si la utilización exógena de un potente factor trófico como el VEGF y otros factores de crecimiento, mientras muestran un valor terapéutico potencial en la neurogénesis y la estimulación neuronal, podrían representar un serio peligro como estimuladores de la oncogénesis y del proceso metastático. De ahí la racionalidad de que diversas terapias antitumorales modernas apunten a la inhibición del VEGF en un intento de controlar la angiogénesis tumoral, o a la inkibición del PDGF con imatinib, etc. Hay que apuntar que en lo que se refiera al efecto de cambios acido-básicos sobre la apoptosis, la inducción de BFGF y la expresión de VEGF también existen publicaciones contradictorias al respecto.
Estos modernos hallazgos y aplicaciones implican la posibilidad teórica de que la aplicación local de factores de crecimiento, como arma terapéutica, puedan estar de alguna manera relacionada a la aparición de un cáncer de novo. Sin embargo, la posibilidad de que esto suceda in vivo es muy remota. Primero, el período estimulatorio de los GFs es relativamente corto. En segundo lugar, no hay que confundir el hecho de que en los pacientes tratados no existe neoplasia alguna en la zona de tratamiento, luego no hay patología de este tipo a la que se pudiera influir negativamente. En tercer lugar, no tiene por qué existir ni la más mínima repercusión sistémica en cuanto a las tasas de factores de crecimiento secundarias a la aplicación local extravascular de concentrados de plaquetas.
De lo anterior se puede deducir que ni incluso la presencia de un tumor maligno en áreas del organismo alejadas de la localización tratada (articulación, músculo, cirugía maxilofacial, etc) debería considerarse a priori como una contraindicación terapéutica. Tal vez, por precaución, hay que considerar que en el momento actual, y a falta de más datos, debería evitarse la aplicación de concentrados de plaquetas en casos de cirugía maxilofacial o implantes bucales en personas que hayan presentado con anterioridad un tumor maligno de la esfera otorrinolaringológica. Finalmente, la larga experiencia clínica en cientos de casos a lo largo de varios años no ha dado lugar a la aparición de metaplasias o de ninguna otra lesión premaligna o maligna (E. Anitua, comunicación personal).

III. Evaluar de forma crítica la información y sus fuentes,
IV. Incorporar la información seleccionada a su propia base de conocimientos:

Es una ingeniosa forma de hacer terapia a base de mecanismos que tiene el organismo,
La apoptosis es un mecanismo por el cual las células avisan que ya están muy viejas y necesitan ser renovadas, así formando cuerpos apoptoticos y ser eliminadas por un macrófago o linfocito o cualquier otro glóbulo blanco, generar apoptosis en celulas que se han salido de su ciclo celular y siempre se encuentran en mitosis o division celular causando tumores seria la mejor de las formas para acbar con el cancer, pero como lograr inducir apoptosis en una clase de celula y sin que se genere en otras ojala que los biologos moleculares y demas expertos en este tema lo logren.





Los linfocitos son un tipo de glóbulos blancos agranulocitos, Los linfocitos son células de alta jerarquía en el sistema inmune, principalmente encargadas de la inmunidad específica o adquirida. Estas células se localizan fundamentalmente en los órganos linfoides. Tienen receptores para antígenos específicos y, por tanto, pueden reconocer y responder al que se les presente. Por ultimo, los linfocitos se encargan de la producción de anticuerpos y de la destrucción de células anormales. Estas respuestas ocurren en el interior de los órganos linfoides, los cuales, para tal propósito, deben suministrar un entorno que permita la interacción eficiente entre linfocitos, macrófagos y antígeno extraño.

V. Comprender la problemática económica, legal y social que rodea al uso de la información, y acceder a ella y utilizarla de forma ética y legal

http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0378-48352004001000002&lng=en&nrm= http://es.wikipedia.org/wiki/Linfocito http://images.google.com.co/images?q=terapia+genica&ndsp=20&um=1&hl=es&as_qdr=all&start=80&sa=N

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